Friday, December 7, 2007

Arma del delito

Ya que el lugar original
de la verdad no es el juicio,
ya que es necesario que se verifique
si el Dasein es y será eternamente,
saquen la evidencia que me ocultan,
dén su mentís, sepultureros,
que aún hiede el cadáver.

Repiten lo perseverado, dénse mañas
en la luz, pobres diablos,
que lo descubierto se destruya,
ya no sirve por su olor demacrado.

Abrid esos baúles donde todo lo escondido
se expone como falsa complicidad,
tributo sinodático que se paga al Obispo,
señor de todos los olvidos.

¡Destruyan el sentido común tan sospechoso!
Yo quiero el cadáver a la vista,
al fin de cuentas, con todos los clamores
acusantes
y, a la vista también,
el arma del delito.

10-12-1979 | De Heideggerianas

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