… que no te puedo odiar ni ser como Amalek…
pero tampoco un robot. O reloj, o calendario
de instancias temporales y rituales
que instigan mi rechazo… no en balde
das libre albedrío y por eso te amo.
13.
¿Cuándo conoceré la raíz de mi alma,
la dimensión trascendente de mi fe?
porque entre la ciencia de mi psiquis
y la fe hay una brecha profunda
Dicen que la hondura de mí mismo,
sólo Tú la conoces, Tú que me díste libertad
y este dolor sin sentido, el sufrimiento de ser.
«Tén fe», me dices luego. Y también callas
como un dios de silencio y de nihilismo
Sin verbo está mi fe, tan pausada.
Ontólogica y epistemológica postergada,
en beneficios de lockeanos y empiristas,
de Hume y la caterva utilitaria, la malfaman
quienes impugan la Divina Providencia.
Del libro Teth, mi serpiente
NOTA: No es que me quiera justificar utilizando tus palabras a Dios, el que te dio la fe y el libre albedrío, el que yo he malusado; pero te veo diciéndome ten fe. Hoy lo comprendo; pero en algún momento de perdis te sentí como un dios de silencio, pidiéndome un pacto, prohibiendo algo, no sé...
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