La ví con una túnica azafrán 
de bordes rojos. Como soñaba se sentó 
sobre mis muslos y la túnica se esparció 
entre mis rodillas y ví su sexo rubio
como su cabellera y sus muslos, 
manchados de hojarasca y cieno, 
aruñadas como por garras de perro.
«¿Por qué vienes tan sucia de la calle,
por qué te dejas arañar de ese modo?»
Le llamé Gabriela, hija mía y me dijo:
No soy Gabriela aún. 
Vengo de la Tierra de los Cíclopes, 
por caminos ya por tí olvidados.
Vengo de cazar ciervas y recoger mis aderezos
de cacecería entre los perros, vengo
del lugar donde abundan los linces, vengo
porque me siento hermosa y amada por tus manos.
A mis pies, también ví una cabeza de ciervo.
Un remante del cuerpo de Acteón,
hijo de Aristeo.
 12-03-1996 / Frag. de Meditación sobre Artemis /  Genealogía
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment