Friday, December 7, 2007

El número tres

Durante la etapa del PRIsauriato y del auge petrolero y, por ser Voisin uno de esos mexicanos beneficiados del saqueo, se responsabilizó con dar una mensualidad a su hija Porfirita Voisin sólo quería una mascota, un perro, al que puso mi nombre sin permiso. Tres días duró. Amaneció muerto el día que lo sacó de su alcoba. Si yo lo maté, por accidente, ni recuerdo ni sé.

Porfirita es una santa que no acusa a nadie. Tiene muchas delicadezas conmigo, su medio hermano. Voisin, el padre, dio muchísmas cachetadas a Porfirita, por no saber cuidar las cosas. No en balde yo le odié tanto por pegarle a las viejas.

Luego compró el coche americano, compacto, es que Porfirita crecía llena de belleza, como pendeja y santa. Sólo que lo chocó al tercer día, aprendiendo a manejar. Y después, al año, le regaló otro perro de buena raza. ¡Al tercer día! se lo robaron. Sin embargo, es su número favorito. Ahora calcula que todo lo desagradable suceda el tercer día. Cada tercer día, se condiciona a que el dolor se manifieste. No quiere ya regalos de nadie. Nada que pueda morir al tercer día, o al tercer año. Eso es sabiduría.

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