Saturday, December 8, 2007

Levanta tu piernita

Hari-vikrama-utthita-bandha


Siempre que vino a mí, trajo su compañía
de lluvia, oleajes de mar, olor de marisma
y menstruo. Y se metía bajo mi sombrilla.
Buscaba mis caricias. Protecciones.

Nos escondíamos debajo de los altos balcones.
O en zaguanes desde los cuales ver la lluvia,
Y la calle desierta. Y la sombrilla escurriéndose.

En su curiosa periodicidad,
había una obediencia dulce.
En una esquina, eché mi mochila
y la suya; dos colegiales
éramos; ella, Lourdes que olía
a Luna, a ritos de siega de los campos.

¿Y yo a qué olía?
Yo, a lo que busca Ser, no siendo todavía.
A Indra, dios del relámpago.
Mi voz y mi mirada, similares.
Cuando Indra abre el cielo con el trueno

o raja el firmamento con sus luces,
saca de lo oculto los ojos de las cosas.
Esclarece lo que vibra debajo de las faldas:
el púbis de la niña,

mi pene alborotado, los ojos buenos
sin bizquez de los soles, la noche dulce,
el beso de la vida y, sobre todo,
ella que se abre y deja que la toque.

La escondo un poco en mí, pretexto
que afuera llueve a cántaros; pero...
más llueven mis dedos curiosos en sus senos.
Llueve más la faena que comienzo en su clotis.

Está muerta de pena, esta pequeña luna,
que oye el OM OM de mi Brahma. «Levanta
tu piernita»,
susurré en su orejita.
«Te sacaré la braga»

Y nos frotamos así, yo chivo
inspirado de Savitri; Ella, luz del alma,
Hécate en la puerta de mi gloria.
Estábamos de pie;
levanté una de sus piernas.

Sólo una le serviría de apoyo,
me gustaba su terso muslo
en mi mano, su afán de hundirse
en mi cogida, su cerrarse, estando en pie,
su enrosque, su ritmo, su jadeo.

De Tantralia

NOTA: Este mood tan travieso, erótico, de tí es el que me gusta. Si antes de divorciarte de mamá eras así, me imagino en tus años de mozo. Tantralia es tu libro de felicidad. Pero si me fijo en esos años en que se fechan tus textos, eras menos religioso... Tú has cambiado mucho, ¿sabes? Quizás por eso me toleras.

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