Friday, December 7, 2007

La gimnasta masturbada

La muchachita no es virgen, ¿sabía usted? No lo digo para acusarla ni nada que se parezca. Lo digo, porque es la verdad. A veces, me invisibilizo de modo que su hermanastro no me vea. Voy al ligue cuando él sufre las fugas y está por días y días fuera de la casa y la veo. Entonces, un gemelo que él tiene me hace el paro. Despista a su familia con su clon. El parece que está en la casa y no es cierto. Se fue. Diga usted a qué o a dónde: a mirar un show de rock con el Dr. Cerebro o Fobia, a escuchar una conferencia en la UNAM, o sencillamente a ver alguna novia.

Entonces me persono con mi cuerpo taquiónico, inorgánico o de luz. Los ojos de de su clon me presienten. El me oye, pero sin verme. Me oculto de su poder, me doy mañas y me dedico a chupármela. Me alojo dentro de las pantaletas de la muchacha. Ella se instala en el sótano donde hay un salón de gimnasia. Hará unas rutinas antes de darse un baño e irse a trabajar.

Su hermanastro y su clon se acuestan temprano, casi siempre juntos en la misma habitación. Ella se confía que nadie bajará al sótano. Ninguno la hallará, con facha edénica, en el gimnasio. Enciende la luz y se quita la bata bajo la cual se hallará con uno payasito, a veces en puras bragas y una sudadera. Cuando se queda en pantataletas, inicia con el puente. Hará luego el tendido lateral, equilibrándose en el brazo y pasará después a ejercitarse con veinte lagartijas.

Colgado lateral de chichis: nada de colgaderas, tipo de yema de huevo. Está maciza y sus peras son una ricura. ¡Que bustolandia edénica!

Hará después la vela, balance de hombros, con piernas en alto. Ahí es cuando me vuelvo protagánico. Me le pongo en frente y le agarro por las pantorrillas. Siento la electricidad que me recorre, hormigas sobre mis brazos. Me hace una mierda. Hará otro tendido lateral, equilibrándose en el otro brazo. Nada pendeja. Se arquea elevando las caderas y, entonces, es cuando descorro su calzoncito de un tirón y pego mi hocico a su vulva.

Ella se imaginará que tiene escozores de güila, prurito, o ganas de coger porque abre las piernas como tijera, sin pensar que soy yo quien se las separo. Eleva las caderas para que mi boca se coma el clítoris, con su vecindad de pelos.

Ya no pude más y me desnudé, cósmicamente dicho, aprovechándome que hizo spagat. Unos cuanto saltos y otros tantos puentes. Se tendió otra vez sobre la lona a frotarse los muslos. Tiré mi ropa sobre una banca para ocultar su bata y braga. Colaboré diligentemente con el masajito que se daba en los muslos… y me voy de maldito a intensificar la maniobra de poner su chochito sobre mi cara antes de decidirse por el soporte en V. Ya sí me dejé caer sobre la V, pero donde la V y su vagina se coinciden. Estoy viniéndome en el alma.

El muy suspicaz del clon nos oye gemir. «¿Qué pasa?», dirá se levanta como ladrón en la noche. Oye que ella jadea Ella mira como gata en celo cuando la puerta se abre; él piensa que descargamos la karma en la raja, la dama del loto o la materia prakrítica; pero no es su hermano. Es un clon tan invisible como yo. Era una vibración que entreabrió la puerta. Un chirrido que no la hará prescindir de este gozo. Como en boquita callada no entran moscas, los tres nos hemos hecho cómplices de un sentimiento embrujante: ¡demasiado bonito para ponerlo en palabras!

Cuando ella quiso sentarse, tan sudada en el sofá, ya en la arqueada yo tenía su bollo en mi tope. Arched front support, el tamal a la brasa y la fui empujando. El clon, con una mera olidota a sus nalgas, dijo: «Pásala». Cuando la ví tocar el sofá, el gemelo la esperó con un descomunal pene enfurecido y dispuesto a perforarla sin piedad por el más allá. Y si hay masa allá, ¿por qué no preparar tortillas a mano?

02-09-1980

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