Este día, triste como es,
tiene ojos grises de aparición,
rostro más real que una molécula
y un resplandor que sus perros
ajota a soles fugitivos.
¡Cuántos ojos grandes como ésos
habré dejado de ver sin poder sonreir
desde mí mismo porque existen
en la raíz de la tarde y son
testigos de lo inverificado!
En este día, mitad perdida en otras voces,
¡soy feliz a pesar de mi irresolución
y mi angustia vacía!
Tan fácil, en apariencia,
que sería ir corriendo a tí y abrazarte
y darte gracias por tus ojos grises y profundos.
Tu mirada es un milagro de la noche.
De Heideggerianas de Carlos López Dzur
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